Hace un tiempo escuché una conversación de un grupo de personas que estaban cerca mío. En la charla, una chica de unos 25 años, les comentaba a sus amigos que quería adoptar hábitos saludables para poder tener más disciplina y lograr sus metas, mientras los demás se burlaban de ella, diciendo que los hábitos les quitaban la libertad de elegir lo que quisieran hacer.
La conversación cesó ahí, mi ego hubiera querido hablarles a esos chicos y explicarles que lo que estaban diciendo era precisamente lo opuesto. Es decir, ya hemos conversado en otras oportunidades de nuestros tres cerebros, y que el reptiliano, es decir, el más antiguo, tiene la misión de "salvarnos la vida", es por ello que no le gustan las innovaciones o las situaciones con mucho desgaste de energía.
Hacer algo que sea nuevo, resulta precisamente de un gasto enorme de energía y por lo general, si tenemos creencias asociadas a ello, nuestro cerebro tenderá a bloquear toda posibilidad de ejecutarla.
Cuando desarrollamos un hábito, existe un periodo de incomodidad, por ejemplo, si decidimos comenzar una rutina deportiva sin tener ninguna experiencia anterior, lo más probable es que nuestra mente nos haga desistir de seguir haciéndolo, buscando mil y una excusas. Esto porque al hacer ejercicio gastamos energía y, nuestra mente no ve más allá, no ve que después de cansarnos, el pick de energía sube. No, lo ve como un derroche y que arriesga nuestra subsistencia.
Si pasamos la barrera de esta intolerancia, nuestro cerebro primitivo, se acostumbrará y captará el mensaje. Entonces se volverá un hábito.
La repetición ayuda a tu cerebro a crear una ruta, que con cada día que pase se le hará mucho más fácil seguir.
Los hábitos son la muestra de que una pequeña acción constante en el tiempo también hace el camino para llegar a nuestras metas.
Es importante entonces, que definamos primero cómo queremos ser, esto nos dará las pautas para saber qué hábitos necesitamos crear.
Más adelante profundizaremos más en este tema.
Te dejo un abrazo
Cata Venegas