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¿Estás inspirando el Espíritu Emprendedor en tus hijos?


El Espíritu emprendedor es una capacidad que se puede desarrollar desde la infancia potenciando el desarrollo de ciertas aptitudes y, sobre todo, la estimulación de ciertas actitudes.


De este modo, cuando se habla de espíritu emprendedor suele hablarse de creatividad, asertividad, confianza en uno mismo, capacidad para resolver conflictos y para tomar de decisiones, pensamiento positivo, etc.


Todo esto está muy bien, pero ¿Cómo hacemos para que nuestros hijos desarrollen estas capacidades? ¿Cómo conseguimos que valoren su potencial emprendedor si desde que son bebés se les impone lo que tienen que hacer? ¿Cómo despertamos en ellos el interés por desarrollarse personalmente cuando en su entorno ven negatividad y resignación? ¿Por qué es tan importante mantener una actitud emprendedora en la vida?

Mantener una actitud emprendedora nos permite tomar las riendas de nuestra vida  y no dejarnos llevar por condicionantes sociales y las circunstancias del momento.

Una persona emprendedora es capaz de decidir sobre lo que quiere hacer con su vida, buscando alternativas que le permitan pasar por encima de las limitaciones impuestas por los demás o por uno mismo, y adaptándose a las circunstancias buscando oportunidades y fortalezas, incluso en lo que a primera vista puede resultar negativo.


Esto es muy importante en el plano laboral, tanto para personas que inician su propio negocio como para quienes buscan trabajar para otros. Pero no es menos importante en la vida personal a la hora de decidir qué rumbo queremos tomar en nuestra vida.



La Actitud Emprendedora como Ejemplo


Profesores y padres deben ser conscientes de que los niños y los jóvenes aprenden más de lo que ven que de lo que oyen. No podemos esperar inspirar en ellos algo que sea ajeno a nuestro ser o nuestro hacer.

Y es que los niños aprenden imitando, tanto lo bueno como lo malo. Y eso vale mucho más que cualquier cosa que les queramos enseñar verbalmente, tanto en casa como en la escuela.

Tanto padres como educadores somos referentes. Vencer nuestros miedos y empezar a decidir por nosotros mismos qué clase de vida queremos vivir de manera crítica y constructiva, tomando acción y demostrando que querer es poder. 

Hay que dejar de lado expresiones del tipo “ojalá hubiera hecho” o “qué pena no haberle dedicado más tiempo a” y empezar a pensar en hacer eso que no hicimos, o a dedicarle tiempo a eso que siempre quisimos hacer. No habrá mejor ejemplo que éste para despertar en los jóvenes el interés por descubrir sus talentos y por construir su futuro de forma activa.


Dialogar con nuestros hijos o alumnos es fundamental para ayudarles a descubrir sus talentos e intereses más allá de los nuestros y para enseñarles a observar y a analizar las actitudes de las personas de su entorno.


También deberíamos dejarles decidir sobre cosas importantes para ellos y estar a su lado a la hora de afrontar las consecuencias y las implicaciones de esas decisiones. Toda nuestra vida está organizada, no hay casi espacio para decidir libremente. Y cuando se presenta el momento de decidir sobre algo tenemos tan poca experiencia que el miedo nos paraliza y necesitamos pedir consejo, a ver si otro decide por nosotros (así, si nos equivocamos, tendremos alguien a quien echar la culpa).


Aprender a reconocer los errores y analizarlos es fundamental para buscar otras alternativas y no perder ni la ilusión ni el foco en nuestros objetivos.


Puede parecer una obviedad, pero tal vez no lo sea tanto. La expresión artística está dirigida desde que los niños son casi unos bebés. De hecho, muchos niños pierden el gusto por el dibujo cuando empiezan en la guardería o en el colegio porque no les dejan hacerlo como ellos quieren y les dicen qué tienen que hacer exactamente. Lo mismo ocurre con la música, la danza o la creación literaria un poco más adelante.


Buscar un tiempo y un espacio de expresión libre nos ayuda a todos a conocernos mejor, a liberar nuestras ideas y a reflexionar sobre nuestras motivaciones. El arte nos permite dar soluciones abstractas a problemas reales o imaginarios y a plantear diferentes posibilidades sin riesgos.


Buscar ejemplos positivos: Además de dar ejemplo personal, es recomendable buscar otros que inspiren tanto a nuestros hijos como a nosotros mismos.


Hablar de optimismo y pensamiento positivo está muy bien, pero es un concepto un poco abstracto para explicárselo a los más jóvenes. Tomarse las cosas con humor es una excelente forma de afrontar la vida y la mejor manera de que el optimismo sea palpable.


Espero te sea de ayuda.


¡Te dejo un abrazote!





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